De algo, alguien y el sí mismo
No es otra que la verdad última de los trasteados de Naturaleza Humana.
Siguiendo aquel perfume crucé cada calle de Mosqueto hasta Cueto. Casi queriendo evitar mi mala suerte, varios tipos voltearon al verme pasar; pero aquel sité, como noticia de otros tiempos, me acogió amablemente, sin conserjes ni porteros. Su sonrisa sugerente recibió al extraño, correspondiendo todo mi deseo, y aunque los ojos de las vecinas ya dormían a esas horas, procuramos discreción; así, protegidos por la oscuridad nos amamos como viejos conocidos.
Sabemos que despertamos a más de alguien, porque al siguiente día, el almacén no inventó sus comentarios, sólo les oímos decir: “pucha, se les adelantó agosto a los gatos.”
PS: Hay alguien que se ha convertido en gato, muajajjajaa, un abrazo